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dimecres, 14 de novembre del 2007

Als fans de Julio Cortázar (i als que no ho son...)

Julio Cortázar (1914 Brusel.les - 1984 París) BABELIA, suplement literari de El País, ha publicat recentment (03-11-07), vint-i-tres anys després de la seva mort a París, el relat inèdit de Cortázar "Ciao, Verona", recuperat per Carme Balcells, agent literària, de mans de la vídua de l'escriptor, Aurora Bermúdez*.
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El que segueix son els primers fragments de l'esmentat relat:
" Fue en Boston i en un hotel, con pastillas. Lamia Maraini, treinta y cuatro años. A nadie le sorprendió demasiado, algunas mujeres lloraron en ciudades lejanas, la que vivia en Boston se fue esa noche a un nigth-club y lo pasó padre (así se lo dijo a una amiga mexicana). Entre los pocos papeles de la valija habia tarjetas postales con solamente nombres de pila, y una larga carta romántica fechada meses antes pero apenas leída, casi intocada en el ancho sobre azul. No sé, Lamia -una escritura redonda y aplicada, un poco lenta pero viniendo evidentemente de alguien que no hacía borradores-, no sé si voy a enviarte esta carta, hace ya tanto que tu silencio me prueba que no las lees y yo nunca aprendí a enviarte notas breves que acaso hubieran despertado un deseo de respuesta, dos líneas o uno de esos dibujos con flechas y ranitas que alguna vez me enviaste desde Ischia, desde Managua, descanso de viaje o maneras de llenar una hora de hastío con una mínima gentileza un poco irónica.
Ves, apenas empiezo a hablarte se siente -tú lo sentirás más que yo y rechazarás esta carta con un malhumor de gata mal despierta- que no podré ser breve, que cuando empiezo a hablarte hay como un tiempo abollido, es otra vez la oficina del CERN y las lentas charlas que nos salvaban de la bruma burocrática, de los pepeles como polvorientos sobre nuestros escritorios, urgente, traducción inmediata, el placer de ignorar un mundo al que nunca pertencimos de veras, la esperanza de inventarnos otros sin prisa pero tenso y crispado y lleno de torbellinos e inesperadas fiestas. Hablo pormí, claro, tú no lo viste nunca así pero como podía yo saberlo entonces, Lamia, cómo podía adivinar que al hablarme te estabas peinando o maquillando, siempre sola, siempre vuelta hacia tí, yo tu espejo Mireille, tu eco Mireille, hasta el dia en que abrieras la puerta del fin de tu contrato y saltaras a la vida calle afuera, aplastaras el pie en el acelerador de tu Porsche que te lanzaría a otras cosas, a lo que ahora estarás viviendo sin imaginarme aquí escribiéndote.
Digamos que te hablo para que mi carta llene una hora hueca, un intervalo de café, que alzarás la vista entre frase y frase para mirar como pasa la gente, para apreciar esas pantorrillas que una falda roja y unas botas de blando cuero delimitan impecablemente. ¿Dónde estás, Lamia, en que playa, en qué cama, en que lobby de hotel te alcanzará esta carta"...
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(Per sentir Cortázar, clica a la imatge de l'esquerra).