Cuidando a los amigos, como siempre*
Este fin de semana estuve en Madrid, firmando en la Feria del Libro que, como cada primavera, instalan en el Retiro. Comparado con los turnos de firmasndel barcelonés Sant Jordi -una hora en cada libreria-, aquí los turnos duplican el tiempo. De forma que, un dia determinado, estásnen tal caseta de doce a dos y, por la tarde, en tal otra de siete a nueve. Por ejemplo. Todo es más relajado. Menos sesiones de firmas por dia, pero más largas y durante más días. Es lógico si se tiene en cuenta que dedican quince dias a lo que en Barcelona dedicamos uno.
Mientras firmaba, bastantes lectores madrileños me decian que les sorprendía no poder comprar libros en catalán en la feria. Va en serio. (Lo digo por los que piensan que allí todo es territorio enemigo. Hay territorio enemigo pero no todo lo es.) La mayoria los queria en castellano, obviamente, pero algunos -bastantes más de los que habia encontrado nunca- hubiesen querido comprar la versión original, y que les firmase esa. O hubiesen comprado el original catalán para ellos y la traducción castellana para sus amigos. No es novedad. Otras veces que he estado en la feria he encontrado lectores que no hablan catalán pero lo leen. "Cuesta poco. Realmente, hay que empeñarse en no querer entenderlo para no entenderlo", me esplicaba uno. Me explicaba otro: "Mi lengua es el castellano, y sé francés. Entonces ¿cómo no voy a entender catalán?". En algunos casos, su relación con nuestra lengua tiene motivos personales -el marido, la madre, un amigo...-, o es consecuencia de haber vivido en Catalunya un tiempo. Pero en muchos casos no hay nada de eso. Leen en catalán por simpatía, por interés literario: por cultura.
En Madrid hay una libreria catalana, Blanquerna, y los madrileños no sólo no desprecian la literatura catalana sino que la valoran no entienden que no tenga una caseta en la Feria del Libro. "Es absurdo. No sabíamos que usted estaba aquí. Hemos venido a ver libros. Estábamos paseando. Hemos oido su nombre por los altavoces y, si hubiésemos podido comprar sus libros en catalán, le hubiésemos pedido que nos dedicase esos."
En la feria hay casetas de la Associació d'Editors del País Valencià, de editores de Euskadi, de libros escandinavos, de libros en francés, xde libros en inglés, de libros en italiano... Libros en catalán, ni uno. Blanquerna está ausente por voluntad propia -gubernamental, por lo tanto-, y eso que, tras tantos lustros en Madrid (primero en la calle Serrano, ahora en Alcalá), se ha convertido en el centro de los madrileños que, de manera regular o circunstancial, se interesan por la cultura catalana. Decimos que la mayoría no nos quiere, y es verdad, pero a los que nos quieren les dejamos tirados en plena Feria delLibro. ¿Alguien podría explicar el motivo?
* Article publicat a La Vanguardia el 04/07/08. Pàgina d'Opinió.